Escritos,  Lecturas

Silencios

Mis miedos desnudan el silencio. Callados silencios que brotan cuando hablo. Una garganta muda de ilesos silencios, de disimuladas palabras inarticuladas, cobardes, de cohibidas voces entrecortadas invadiendo ese vacío intenso del duelo entristecido de mi corazón. Silencios hermanados en una negada y sorda voz, buscando el tímido silencio de dos sigilosas miradas perdidas que se cruzan en el tiempo.

Silencios malogrados, extraviados tras un sueño, ahora tan solo un mudo recuerdo. Silencios que no logran despertar, son lágrimas llorando penas de largos silencios derrotados. Silencios explorando su sentido, guardando luto por ciertas palabras no dichas, mientras otros sacan alegremente a pasear la libertad de callar, reclamando su momento.

A veces, misteriosos y discretos silencios desmenuzados desesperadamente, se van tal como vinieron, jugando junto con otros silencios secuestrados que aceptan estoicamente su sorda condena. Tristes silencios que son un discreto epílogo, otros vuelan totalmente ignorados o regalados con cierto cariño. De hecho, en ocasiones callamos por mera introspección, con una reflexiva renuncia para simplemente no opinar, es ocultar, es incomunicación, abstenerse de manifestar lo que uno siente. Son incómodos silencios, breves pero profundos.

Existen también disimulados silencios que han perdido su lugar, tímidos silencios que intentan eludir la realidad, o sinceros silencios que echan a andar tras su propia infelicidad. Silencios con un fino hilo de ironía e inoportunos silencios en lugares equivocados. Silencios que calladamente atormentados habitan en la nada. Desnudos silencios que siempre quieren decirnos algo, porque hay piadosos silencios que simplemente son temor a decir la dolorosa verdad.

Siempre convivimos con el disimulo de no hablar, con silencios que nacen deseando descubrir coraje en las palabras, con silencios sin sentido, cargados de paciencia, engañosos, indiferentes, leales, desbordados, ásperos, ingenuos, soñolientos, engreídos, groseros, insolentes o tan solo frágiles silencios como sordas cascadas de agua zumbando interminables en nuestros oídos.

Pausas para respetar esos abandonados silencios sin memoria que encadenan tristemente otro secreto. Silencios que tienen tanto que decir que no encuentran palabras. Desiertos silencios que desean morir cuanto antes olvidando los reproches de la memoria.

Hay enamorados que se abrazan en un tierno silencio, silencios con olor a despedida, silencios que no tienen con quien desahogarse, silencios de clausura y también el eterno silencio de la muerte. Sin decir nada, nos embargan silencios estrechamente conectados con nuestras íntimas emociones, intensos silencios que estrangulan gargantas, silencios que enmudecen con cierta violencia controlada, silencios que se muestran heridos en su indiscreta fraternidad. Esos deprimidos silencios que hablan con sinceridad, hipócritas silencios de piedra, silencios que intentan apagar llamas, silencios que saben a bofetadas, silencios que no saben afrontar la verdad y silencios al borde de la extenuación.

Desvelados silencios que madrugan y lentamente se van consumiendo, son prisioneros, esclavos, están condenados a perder el miedo, porque no hay palabras de consuelo en la inexpresividad del silencio.

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